-Hay un pez en el fondo del mar con el cuerpo lleno de dibujos y marcas formando extraños sÃmbolos, que antes vivÃa el la tierra, como nosotros. Como un humano más.
Hay quien dice que los buenos espÃritus a petición de los dioses mismos, pintaron sobre su cuerpo un mensaje para la humanidad. Pero el hombre, teniendo miedo de que todo aquel que lo viera lo despreciase y se riese de él por su aspecto, en lugar de mostrarles el mensaje se ocultó en la cueva mas oscura que encontró, para que nadie pudiese verlo asà nunca. Los dioses enfurecidos, juntaron sus piernas, aplanaron sus brazos y le pusieron branquias en el cuello en lugar de nariz. Y para castigarle lo arrojaron a lo mas profundo del mar donde ningún humano volverÃa a verlo jamás, cumpliendo la decisión que él mismo habÃa tomado de la manera más cruel que imaginaron.
Pero también hay quien dice que fueron los malos espÃritus quienes pintaron asà su cuerpo, para atraer a los humanos con los sÃmbolos y llevarlos hasta ellos con la intención de robar sus cuerpos y volver a la vida en su lugar. Él en vez de hacer lo que le pidieron se ocultó para que ningún humano sufriese bajo esos seres. Y los dioses, agradecidos por mantener a salvo a la humanidad se ofrecieron a cumplir una sola petición pudiendo ser esta cualquier cosa que él deseara, asà que pidió poder vivir en el fondo del mar, lugar cuyos secretos siempre habÃa ansiado descubrir, y donde sabÃa, estarÃa a salvo de los malos espÃritus que lo atormentaban dÃa y noche con falsas promesas de brillantes tesoros, o tormentos inimaginables.
-Pero entonces… ¿quién pintó realmente las marcas de su cuerpo? ¿Los buenos, o los malos espÃritus? -Preguntó la niña a su padre, al tiempo que apoyaba la cabeza sobre la almohada cuando él comenzó a arroparla con las sábanas.
-La respuesta a eso, pequeña, es lo que definirá tu personalidad en el futuro. Sólo tú puedes responder esa pregunta. Buenas noches, princesa. Y que tengas felices sueños.