Sentada sobre una roca contemplaba en silencio el vasto paisaje que se abría ante mí. Campos de cultivo, depresiones del terreno usadas para construir caminos, montañas despuntadas, en cuya ladera hondeaban suavemente los árboles que eran acariciados por el viento.
también me acariciaba a mi, revolviéndome el pelo y apartándomelo de los ojos, mientras soñaba despierta con él.
Con que volvía a mi lado.
Con que la guerra había terminado al fin y él volvía de nuevo a su hogar, a nuestro hogar, ésta vez para quedarse.
Soñaba que me miraba con esos grandes ojos marrones, y que esa sonrisa que aún me hacía suspirar aparecía de nuevo en sus labios, antes de cogerme la cara y besarme con la pasión y la ternura de una primera vez.
Soñaba que Paseábamos cogidos de la mano por los largos y tranquilos caminos que bordeaban nuestras tierras. Y que al anochecer, cuando la oscuridad robase el calor del sol de nuestra piel y la luna bañase todo a nuestro al rededor con su pálida luz y el fulgor de sus hermosas estrellas, volvíamos a casa el uno junto al otro hablando de cosas banales, sin importancia, y sin dejar de sonreír ni un solo momento. soñaba que encendíamos el fuego y nos sentábamos a contemplar su sinuosa danza, mientras los recuerdos tristes se evaporaban en el calor de sus llamas y los alegres que aún estaban por llegar florecían en nuestros ojos con una nueva esperanza. Soñaba que nos dormíamos el uno en los brazos del otro.
Y soñaba...
Soñaba que la felicidad y el amor reinaban de nuevo en nuestro hogar mientras creábamos un nuevo futuro juntos. Un futuro que nos habían arrebatado, y que finalmente nos había sido devuelto.
Y con las lágrimas pujando por salir de mis ojos y el llanto atragantándose en mi garganta por la poderosa fuerza de tan bello deseo, pensé en suplicarle al cielo que lo hiciese real.
No lo hice, sin embargo. porque sabía que no valía la pena vivir de deseos y esperanzas, aunque así es como lo hacía. Como lograba seguir adelante y soportar los largos días con sus largas noches.
El viento paró. Sólo un instante, pero no necesité más para escuchar los pasos que se acercaban a mí desde atrás.
Me giré despacio, extrañada por la presencia de alguien más en estas tierras, y al fin pude dejar ir todos mis deseos y esperanzas, todos mis sueños, al ver a mi amado, mirándome con esos grandes ojos marrones y esa sonrisa que aún me hacía suspirar, apareciendo de nuevo en sus labios antes de cogerme la cara y besarme con la pasión y la ternura de una primera vez.
Ese día dejé de soñar. Pues mi sueño, al fin se había hecho realidad.
Soñando con él
Actualizado: 6 dic 2019
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