Caminaba entre las flores... Caminaba con la elegancia de una bailarina y la inocencia de una niña que aún no sabe el daño que pueden causar los sueños rotos. Girando con los brazos abiertos como si intentase acariciar al viento, y reÃa con la mirada puesta en el cielo, en las nubes, que discurrÃan sobre su cabeza cambiando de forma con cada suspiro del mundo. El sol brillaba en lo alto, ajeno a las penurias de un mundo que, muy por debajo de él, intentaba dÃa tras dÃa seguir adelante, aunque él no los mirase siquiera. Pero ella no. Ella sólo bailaba feliz sobre la hierba, sin pensar en su pasado, y mucho menos en su futuro. Ahora. Eso era lo que importaba. El momento, que inocentemente susurraba a su oÃdo una y otra vez, «quédate con migo». Y como el momento que era, irremediablemente pasaba de largo dejando la incertidumbre del siguiente, que muy a su pesar, al igual que los demás, que todos ellos, intentaba alargarse hasta la eternidad sin más objetivo que bailar feliz con la joven, intentando permanecer en su memoria para siempre. Para cuando esos otros momentos, le arranquen las ganas de vivir y de bailar. Quedarse con ella, sólo para poder decirle, «puedes estar triste, puedes estar pérdida, pero en un momento de tu vida fuiste feliz, y quien sabe. Quizás aún puedas volver a serlo.» Porque todo pasa, pero todo sigue. Y las vueltas que un universo eterno puede dar a tu alrededor, junto con los momentos felices que sutilmente te brinda dejando caer dulcemente sobre el resplandor de tu alma, son infinitas..